El otro día escribí un post en MMM acerca de Paisajes Tetuán, un proyecto del Ayuntamiento de Madrid en el que trabajan un buen número de colectivos y artistas coordinados por Intermediae. El título era aparentemente provocador y hasta amarillista: “porque creo que el buen rollo puede ser totalitario”. Lo puse provisionalmente, a vuelapluma, mientras escribía un artículo de opinión curioso: una mezcla de opinión personal y de volcado de una reflexión colectiva llevada a cabo por una serie de vecinos que habíamos estado conversando, de manera informal, sobre ello. Cuando acabé de escribirlo decidí dejarlo: creo que refleja lo que después dice el artículo.
Resumiendo para poder pasar a otra cosa: éste tipo de proyectos de cara amable del ayuntamiento se producen a la vez que la institución reprime el mismo tipo de manifestaciones. Paga por graffity mientras multa con 3000 euros a artistas urbanos; potencia unos huertos urbanos mientras prohibe y destruye otros; patrocina debates sobre gentrificación a la vez que es – conscientemente- el mayor agente gentrificador de la ciudad…Entonces, el artículo no pretendía criticar a los artistas participantes ni sus obras, sino el encaje último que estos proyectos, interpretamos, tienen en el discurso global del ayuntamiento: podrás hacer éste tipo de cosas cuando yo lo permita y lo sancione. Me parecía entonces, volviendo al título, un instrumento más dentro de una política actual del ayuntamiento que, con un amplio consenso, podemos definir como totalitaria.
Pocos días después pude asistir a una ruta crítica a Paisajes de Tetuán organizada por otro grupo de vecinos, absolútamente ajenos a aquellos que elaboramos la reflexión anterior. Algunas de las críticas del anterior artículo estuvieron muy presentes, como la falsedad del presupuesto participativo que supuéstamente corona el proyecto, pero la crítica protagonista (y que sólo aparecía tímidamente en el otro post) es la de ser un proyecto sin contextos.
Francisco, arquitecto y viejo vecino del barrio, contó al inicio que él mismo estuvo presente en las primeras reuniones del proyecto. Según nos contó sugirió que lo primero que habría que hacer era reflexionar cuál era “el paisaje de Tetuán”, pero la representante del Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid no tenía más interés que el de imponer cuáles serían los artistas urbanos que participarían en el proyecto. Él mismo lo dejaba por escrito en otra parte:
“Recuerdo a vuelapluma (y de oído por supuesto) dos sustantivas declaraciones, una referida a que los vecinos no tenían nada que decir sobre la labor de ”los artistas” libres de hacer lo que quisieran (no con mi dinero añadiría yo, ni eludiendo lo que el contrato implicaba de participación) y la otra que literalmente fue un lapsus freudiano que fue intentado corregir sobre la marcha que decía más o menos así “si hay que REBAJAR LA CALIDAD por culpa de los vecinos, se rebaja…” lo que daba por sentado que la participación vecinal, nunca diseñada en el sentido de proceso en este proyecto, sólo podría dar lugar a una pérdida de la calidad (¿) ”
Francisco, que abandonó las reuniones después de constatar que el proceso no era ni participativo ni pretendía operar sobre el paisaje de Tetuán (sino más bien paisajizarlo), decía que no se trataba de que quien fuera a pintar los muros fuera de Tetuan – “como si vienen artistas extranjeros” – sino de que existiera un esfuerzo por entender el barrio, a ser posible entre todos, y que la obra adquiriese un significado integrado con el mismo. Algo similar opinaría Agustín, otro vecino urbanista presente, que diría del mural de San “ es una buena ilustración que podría estar lo mismo aquí que en cualquier otro sitio”.
Empezamos la ruta – Antonio Ortiz, historiador local hizo de guía – viendo los murales de Marqués de Viana. A Borondo le pillamos en plena faena subido a la grúa.
Vimos las obras de San y E1000ink. A unos gustaron más y a otros menos, aunque todos coincidimos en la curiosa elección del solar en el que está el San. Un terreno que se vende y cuyo destino es ser tapado por otro muro antes o después.
Después vimos el huerto, tras el Colegio Público Juan Ramón Jimenez. La calle Marqués de Viana áun es una herida urbana que sangra por varios costados. Es fácil apreciar la doble línea de anchura de su trazado, las casas bajas fuera de ordenación, las entradas a los garajes, que se hicieron con la reforma de la calle pero quedaron sin uso…El mismo colegio tiene un patio mínimo, “el único campo de futbito con árboles en medio”, nos decía Antonio. El pequeño patio en teoría debería desaparecer para alinear la calle a su nuevas medidas, y desde el plan del año 97 el terreno anterior debería ser el nuevo patio del cole. Precisamente el terrenito donde está el huerto gestinado por Moenia.
Atravesamos después una callecita, una calle con restos del Tetuán infraconservado de siempre. En una tapia encontramos una presencia de Suso 33, uno de los artistas que participa en el proyecto. Ésta la borrará el ayuntamiento, sin embargo. Una vecina joven, cuyo nombre no recuerdo, nos contaba que ahí “unos chicos habían okupado una casita vieja, la tenían muy bonita pero el ayuntamiento les echó, la derribó y la tapió. Ahora no hay nada”. En la foto siguiente se ve la casita contigua, mal conservada, que da idea de cómo era.
Seguimos avanzando por la calle, reparando en lo desarreglado del urbanismo, graffitys, viejos restos de un Tetuán diferente y pobre…Encontramos un interesante edificio tapado. Los propios guías no sabían de qué se trataba, pero otra vecina de tiempo que había acudido al paseo nos contó que era una antigua escuela infantil (los presentes concluimos que antes debía haber sido otra cosa, quizá un edificio religioso). Ha quedado encajonada entre dos edificios y según refirió, fue varias veces okupada, haciéndose un huerto incluso, pero surgieron conflictos con los vecinos y el ayuntamiento acabó tapiándola. Otra vez un pedacito del paisaje destacable de Tetuán tapiado.
Al fin llegamos a la plaza de Nuestra Señora del Carmen, donde los chicos de PKMAN y Taller de Casquería, dos colectivos de arquitectos, remataban su obra. Allí alguno de los paseantes con los que íbamos mostró en alto su desagrado, y a algunos, nos pareció mucho mejor y más productivo acercarnos a charlar con los arquitectos, que se mostraron muy amables y receptivos a las críticas.
La obra está construida a partir de una serie de tubos de hormigón armado donados por una empresa constructora (con logo visible en cada tubo) que pretende servir de mirador y espacio polivalente:
“HYPERTUBE busca condensar y superponer en distintos niveles aquellas actividades que normalmente se realizan en una plaza pública como son sentarse para descansar, conversar, contemplar, leer, almorzar… El hecho de utilizar tubos colocados en altura permite que estas actividades se puedan realizar al abrigo de la intemperie añadiendo además la posibilidad de disfrutar de nuevas vistas elevadas sobre los tejados del barrio”
En el tumulto del debate se acercaron otros vecinos a saber de qué trataba aquello. Un señor mayor explicaba que alli “ en principio iba a ir una iglesia, luego un centro de la Seguridad Social…” Otro vecino más joven, éste sí, asistente a la ruta, comentó que habitualmente allí jugaban los chavales al fútbol. La preocupación era finalmente la misma, aunque desde dos perspectivas distintas: la presencia de la obra impedía el desarrollo de actividades habituales o aspiraciones demandadas durante largo tiempo por los vecinos. Otra chica decía que “no había nada y ahora hay algo, bien está”. Se armo un debate, no exento de confrontaciones, que quizá debería haber surgido antes, y en el que sobrevoló la preocupación, por parte de lo vecinos, de que la presencia de la obra comprometiera la utilidad y el uso del espacio y sirviera de excusa para que el ayuntamiento presente que ya ha hecho algo con aquella plaza-solar, que sin duda pide a gritos que, como mínimo, se allane el terreno, se pongan unos bancos y unos columpios que permitan hacer de la plaza una plaza sin la necesidad de meterse dentro de un tubo de hormigón.
Continuamos hacia Lope de Haro, donde aún no eran visibles las intervenciones previstas, y rematamos la mañana en la plaza del Poeta Leopoldo de Luis. Hay que decir que en esta plaza es donde se han concentrado el mayor número de intervenciones y se han hecho con más cabeza. Preside la plaza ahora un mural de Suso 33, se están pintando frases del poeta (cuya estatua, por cierto, se la llevaron a otra plaza más lucida), se ha acondicionado un espacio de semisombra a base de telas, se han instalado unos macetones… Aunque las intervenciones están hechas con una intención más integradora nos llamaron la atención dos detalles elocuentes.
En un muro donde un artista imprimaba para pintar las frases del poeta…habían vuelto a dibujar con tiza la portería, porque allí los niños juegan al fútbol. Otra. La gente se había sentado en los bancos alrededor del toldillo, cuyo espacio se ha vaciado, porque en pleno invierno lo que se busca es el sol. No sería significativo – ya llegara el verano – si no fuera porque las intervenciones, se dice en el proyecto “son temporales” (y previsiblemente las endebles estructuras no tendrán mantenimiento).
Y aquí engarzamos con una preocupación que ya hemos señalado que reaparece especialmente en esta plaza: que esta intervención temporal sirva para no hacer otras estructurales y necesarias. En el diálogo afloraba la indignación por el desastre urbanístico de la plaza del Poeta Leopoldo de Luis. “Esta mierda no la hacen en Chamberí, esta mierda nos la ponen en Tetuán”. La misma empresa que hizo el garage que hay debajo diseñó y construyó a mala idea una plaza dura, con desniveles, fea, con una rampa terrible y numerosos pivotes innecesarios que emergen abruptamente en medio de la placita. Desde entonces, el ayuntamiento ha hecho varias intervenciones cosméticas (poner columpios, plantas, etc) Pero todo ha sido en balde por su deficiente estructura, “la única solución sería meter máquina y hacerla de nuevo”, sentenciaban los arquitectos presentes.
Por ultimo, aunque no estaba aún listo en el momento del paseo, en un post en el que se analiza la descontextualización del proyecto, sería injusto no aludir al proyecto más contextualizado de Paisajes de Tetuán, las Ventanas a Tetuán de Bea Burgos. De hecho su proyecto, una serie de ventanas que remiten a videos y textos de memoria del barrio, es puro contexto.
Lo municipal es de todos, no se trata de no participar de ello
Paisajes de Tetuán se aparece como una serie de presencias difusas en el barrio que a algunos se nos antojan, como hemos visto, descontextualizadas. Incrustadas en el territorio de Tetuán sin haberse hecho un análisis previo (y que quizá falta también porque falta esa participación vecinal que se le suponía y que no se ve por ninguna parte). En este sentido, me parece muy distinto de experiencias con participación municipal como Tabacalera o Campo de la Cebada donde, a veces a partir de la propia reivindicación de colectivos del barrio, se ha creado un lugar estable de participación colectiva. Estas últimas no se librarán, me temo, de otras contradicciones que conlleva estar ligadas al ayuntamiento, pero las fuerzas de las corrientes van de abajo a arriba. La prueba es la percepción ¿alguien entiende estos proyectos como municipales?
No se trara, como digo, de renunciar a participar de lo municipal, que al fin y al cabo es de todos. Estos mismos días hemos vivido en Tetuán un hecho que ejemplifica la participación vecinal de recursos públicos, así como cierta contradicción, la reivindicación y el conflicto. El Banco de Alimentos de la Asamblea Popular de Tetuán, que tiene un modelo que intenta primar el apoyo mutuo frente a la caridad, venía utilizando el local de la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos Tetuán como almacén. El local ,en el que la asociación se reunía hace muchos años, es de titularidad municipal y ya hace tiempo que se sabía que la asociación tendría que salir de allí. Curiosamente, el día después de que se emitiera un reportaje sobre el banco de alimentos en un programa de televisión de máxima audiencia se recibió una notificación de que sería precintado al día siguiente. Se organizó un #stopprecinto y, tras parar el intento de desalojo, actuamente se encuentra en un proceso de diálogo con la junta de distrito.
Hola Luis,
Soy compañera de la asamblea de Tetuán. Me alegra haber encontrado (y leído) este artículo, pues últimamente, es un tema muy recurrente en algunos pequeños foros. Tanto la gentrificación como este proyecto municipal, que nos ha sorprendido y generado bastantes dudas.
Personalmente, como vecina del barrio que soy, aquí nací y sigo… me parece que Tetuán tiene «otras miradas»; Y no es una crítica a las obras artísticas en sí, que tengo mis reservas, sino, como comentas en tu artículo, la falta de contexto, participación y gestión integral de un distrito.
Estaría muy bien dedicarle un rato a hablar de todas estas cosas, de cómo el barrio cambia, y no rápido, sino de la noche a la mañana, y con criterios desconocidos de gente desconocida que desconoce el barrio y la gente que hay en él. Y lo que más me preocupa, más allá de todo este «desconocimiento», es que estas intervenciones no están dirigidas a cubrir las verdaderas necesidades, que las hay.
Un saludo y muchas gracias por el trabajo
Sonia