Algo de machismo se puede olisquear en el aso de la soldado Lynndie R. England. La mujer en cuestión es una auténtica hija de puta, y sobran las explicaciones de esta rotunda afirmación, pero no es ni mucho menos el único marine torturador, ni siquiera el único que sale fotografiado.¿Quien sabe el nombre del tipo de gafas que sale a su lado en numerosas imágenes sin ir más lejos? Da la impresión de que el hecho de ser una mujer en actitudes típicamente masculinas(por desgracia) ha hecho que se carguen más las tintas sobre ella y en especial sobre ella dentro de este monstruoso(que no sorprendente) caso. Que si es una joven independiente y terca pero que nunca haría eso si no es por la presión de sus compañeros-afirma su familia claro- que si su padre era ferroviario, que si le gustaba ir de camping con sus hermanas… Parece que hasta en la barbarie es peor ser mujer.