He leído en la bitácora de Magda Bandera este artículo de la escritora iraní Nazanín Amirian a propósito de 300 de la publicidad en el cine, la historia occidental entendida como propaganda y lo absurdo de cualquier guerra. Más o menos. Me ha parecido interesante.
«300», al servicio de la guerra contra Irán
Nazanín Amirian
«300» es el título de la polémica película estadounidense que narra, a su manera y basada en la versión escrita por Heródoto el historiador griego, la Batalla de las Termópilas entre las tropas iraníes encabezadas por el rey Jerjes I y las del rey espartano Leónidas I. Aunque la historia suele ser escrita por los vencedores, en este caso son los aliados de los vencidos quienes se han ocupado, en una gran superproducción, de justificar su interpretación en aquella guerra.
La manipulación de los hecho comienza con el mismo título de la película. Para demostrar la heroicidad los griegos ante el poderos ejercito iraní, da la impresión que en el campo de la batalla sólo lucharon los 300 guerreros espartanos. ¡En absoluto es cierto! Pues, por un lado, cada espartano solía ir acompañado por dos siervos tespianos, por lo que eran 700. por otro lado se borra del mapa otros 6000 hombres aliados griegos compuestos por Tegeas, Mantineas, Orcómenos, Corintos, Fliuntes, Micenas, tespios, tebanos, focenses y locros entre otros. Los clásicos griegos, para justificar su derrota en aquella batalla cambiaron los datos y los hechos. Y así, por arte de magia, los 150 o 200.000 soldados persas se multiplicaron para alcanzar la imposible cifra de 5.283.220 hombres.
Una vez declarada la guerra, tanto las fuentes griegas como las persas afirman que Jerjes, tras conocer el tamaño reducido del ejército enemigo, les pidió que se rindieran para no ser aniquilados, sin embargo, Leónidas rechazó esta oferta. Fue un suicidio anunciado en el que aquellos héroes guerreros no tenían otro remedio que luchar hasta morir, tanto por el código de honor al que estaban atados como por tribunales de guerra que en el caso de huir o rendición les condenaban a muerte.
En esta nueva entrega de la publicidad en favor del «choque de civilizaciones» y una pura apología de la guerra y del racismo que ha batido el récord de taquilla y de ganancias (¿un termómetro del grado de salud de nuestras sociedades?) se deslizan sutiles propagandas del “pensamiento único” que divide el mundo entre El Bien absoluto y El Mal absoluto, y que el primero es materializado en el cuerpo de hombres guapos, sexys, de ojos azules, fuertes y graciosos que hablan de «democracia y libertad» al puro estilo de marines norteamericanos en Irak, y el otro en figuras de tez oscura (¡da igual que, como es en este caso, el monarca ario de Persia sea dibujado como un tuareg africano con un turbante indio al estilo de Aladino!), monstruos deshumanizados, salvajes y sanguinarios.
Confieso que discrepo con mis compatriotas que reclaman la figura del Rey Jerjes I como la reencarnación de la bondad y compasión en sus conquistas. Creo que ningún mandatario que envía a sus tropas a destruir hogares y ciudades y arrasar vidas enteras puede ser un reclamo de lo moral y la ética. Aunque es cierto que la película –una extensión de Alejandro, otro film con un contenido parecido-, se exhibe justamente en el momento que el fantasma de una agresión militar merodea alrededor del pueblo iraní. Tampoco me importa si la película refleja la veracidad de los hechos históricos, ya que tanto en aquella época como ahora, a quienes sus hogares son arrasados, sus hijos asesinados, sus mujeres violadas, sus sustentos robados da igual el color de la piel de aquellos que cometen estas salvajadas.
Las guerras televisadas y emitidas en directo como un espectáculo más, al menos nos deben de enseñar que no hay invasores buenos y malos, ni hay guerras buenas y malas. Las guerras mutilan, violan, aterrorizan y matan, sin contar las imborrables secuelas psicológicas que dejan para siempre. Las películas bélicas tiene la magia “negra” de hacer que nos pongamos en la piel del héroe, del vencedor y que inconscientemente disfrutemos del dolor ajeno, y convertirnos en los cómplices de aquellos crímenes. Silencian las causas de los conflictos, embellecen el sufrimiento con efectos especiales y habilidades escenográficas y camuflan la crueldad que un ser humano ejerce sobre otro “cumpliendo con su deber ”.
Este tipo de películas lejos de darnos una lección para prevenir la peor tragedia que peude sufrir una comunidad humana, -la guerra, ese ingenio infernal de nuestra especie-, alimenta la industria de las armas, convertida en el principal negocio del planeta, y justifica la militarización global. Los gastos militares hoy alcanzan la cifra récord de 835.000 millones de euros, un 3,4% más con relación al año pasado. Tan solo con lo que se gasta en cuatro días en armamento en el mundo, se podría escolarizar a 125 millones de niños, y con un 10% se podría garantizar el acceso a los servicios básicos a toda la población humana: Las guerras son la principal causa de hambrunas en todo el mundo.
Frente a “300″, películas como “Città aperta”, de Roberto Rossellini, o “Hiroshima, mon amour”, entre otras, nos invitan a una reflexión sobre la guerra, los desgarros humanos que produce, sus niños huérfanos, sus mujeres pisoteadas y humilladas, y los hogares convertidos en un montón de escombros: se trata simplemente de recuperar la memoria, y abrir los ojos para ver y para mirar.
No sé si la peli será parte de un magno plan impulsado por los neocon estadounidenses siguiendo las infames tésis de Huntintong, me parece rizar el rizo. Cuando comenzó la preproducción dudo que los autores tuviesen en mente ir preparando el terreno para la invasión de Irán.
No considero 300 como cine histórico, más bien es casi como una historia real mitificada sin ningún tipo de rigor. Pero ¿acaso el cine histórico estadounidense tiene rigor?
Prácticamente en todas las pelis los yankis se presentan a sí mismos como los buenos, más que buenos, los buenísismos y adalides de la libertad.
En general un error del cine histórico, especialmente el que trata sobre el mundo antiguo es introducir conceptos de nuestra sociedad actual que no existían y usar palabras que tienen un significado totalmente diferente. Democracia (concepto ateniense y no espartano, para empezar) libertad individual, sexualidad, igualdad… son entendidos de una forma totalmente diferente.
La imagen peyorativa del otro, del oriental en este caso, sí que es preocupante.
Es necesario bastante más rigor en los cineastas y que trabajen codo con codo con «expertos» en el tema, en este caso historiadores, que para algo servimos.
Por lo demás estoy de acuerdo en lo que dice sobre el cine belicista propagandístico tipo Pearl Harbor.
Tarde o temprano veré la película, pero sin esperar ningún tipo de rigor y viendo un cómic sobre un tema cuasi mitológico que histórico.
Yo también leí este artículo en Rebelión y de hecho publique mis comentarios en mi blog con el artículo.
Sólo algunos comentarios al comentario anterior. Lo primero es que es perfectamente probable que los productores de 300 tuviesen en mente la propaganda contra Irán porque lo primero es que el conflicto no es nuevo ni es algo que invento esta administración norteamericana. La cosa viene de hecho de mucho antes, del momento en que el gobierno iraní dejo de ser un aliado de los intereses económicos de los Estados Unidos y además se convirtió en principal oponente de Israel con los eventos de la guerra de los 7 días en 1981. Así que como te darás cuenta es algo muy muy viejo.
Además esta el hecho de que los planes de invasión y de guerra de corte nuclear contra Irán están elaborados desde antes del atentado del 11 de septiembre de hecho existe un documento que se llama COMPLEX 2030 de la NNSA que prevé esta situación y el documento es del 2002 más o menos – en mi blog y en Rebelión encontraras mucha información al respecto –
Así las cosas concuerdo contigo con el hecho de la manipulación aunque no creo que sea una manipulación inocente y que solamente persiga lograr sensacionalismo y éxitos de taquilla, el transfundo político es claro y visible incluso para los no expertos a menos que se siga creyendo que en al inocencia del cine de hollywood. No nos engañemos esto es un mercado y un medio de propaganda, el cine comercial se vende al mejor postor y siempre ha sido uno de los mejores el gobierno de los Imperial.
Felicito la idea de darle promoción a este artículo por cierto muy bueno y mis saludos
J.D.G. (Manu)
Sí, el conflicto entre Irán y EEUU viene desde el apoyo de este último al vecino iraquí de los iranios.
Y también tengo claro que el cine yanki no es precisamente inocente.
Yo me refiero en concreto a la obra de Frank Miller (que por cierto a mí no me gustó nada Sin City pues me parece que la violencia es usada como un fin y no un medio para contar una historia) que supuestamente está inspirada en una película de 1962 (The 300 Spartans) que vio de niño.
Por eso creo que sobre esta idea no se puede decir que forma parte de un plan de propaganda. Otra cosa es la utilización y el momento en que se hace.
Como dije en mi anterior comentario me preocupa mucho más que no se haga un cine histórico con rigor.
Y no es que la historia la escriban los vencedores, sino más bien los poderosos.
300, como bien dice Edu, está basada en un comic que tiene unos cuantos años ya. No es ninguna película histórica ni nada por el estilo, no es más que la adaptación de un tebeo.
Con respecto a ser propaganda «antiiraní», bueno, creo que no hace falta decir que Irán no existía en aquellos tiempos, ni la religión musulmana, ni nada por el estilo.
En fin, que una cosa es ser un pelín susceptible, y otra ser un poco tonto… o quizá no es tontería, sino otra cosa…
Yo he dejado el artículo ahí porque no he visto la peli y no voy a opinar. Lo que si tengo claro es que la redacción de la historia no es inocente, el mundo griego está en la base de nuestra cultura occidental y la historia se escribe desde nuestro lado. Cada uno toma sus elementos míticos, evidentemente no existía la religión musulmana como no existía Irán, igual que el sustrato étnico griego actual no tiene nada que ver con el de la época después de las invasiones eslavas de época de final del imperio Romano y sin embargo sirve de base a la creación de la nación helena (y casi que europea). Evidentemente es un tebeo, pero el momento no parece inocente, va bien el tirón par promocionar la peli y eso sí está dentro de un proceso de más alcance que la historia de Miller. Creo que lo que hace la autora es tomarlo de base y excusa para lanzar algunas apreciaciones que me parecen interesantes.