Esta mañana Carmen Gurruchaga, la periodista de dulce gesto de miel, le ha dicho a Anasagasti aquello de “está ahí y no se puede discutir, la Historia es la Historia”. Hay una creencia generalizada acerca de que la Historia es un fresco monolítico e inalterable, una serie de libros sagrados que se escriben solos cargados de la infinita autoridad moral de la objetividad. Mira Carmen chata, mal que te pese la Historia no es el dogma de fe de don Menéndez Pelayo (como no lo es la historiografía de inspiración sabiniana claro), y tampoco es una acumulación de datos(que por cierto no aparecen ahí solos como muchos parecen creer). La Historia es interpretación sobre muy diversas fuentes, que no Documentación del pasado. Ya está bien de que cada cual se arroje para si la verdad absoluta con una mano sobre la biblia de la Historia conceptualmente del XIX (como mucho), que no quieran pontificar verdades sobre la mentira que es la “Arkadia feliz” de la objetividad. De hecho el análisis histórico serio y científico excluye la aseveración de la presentadora de “El primer café”, pero es muy evidenciadora del talante discursivo e ideológico de esta pandilla inquisitorial, “para que nos vamos a sentar a discutir si las cosas son como nosotros pensamos”, parecen decir.