Hoy he llorado en el andén del tren
camino de trabajo.
O bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao
Sí, sonaba Bella Ciao
y resonaban frente a mi
las bocinas de los coches
que pasaban esta madrugada por Ofelia
y enunciaban enérgicas
¡SÍ SE PUEDE!, ¡SÍ SE PUEDE!
Así:
¡PI PI PIPI!, ¡PI PI PIPI!
Dejo este pequeño rastro
desde el trabajo,
con lágrimas figuradas
flotando en la pantalla,
con Bella Ciao en los cascos
y un desfile de rostros recios
desbordados, emocionados,
en una atmósfera de vapor
de lágrima digna, nacido en el calor
del asfalto de un verano madrileño
digno como pocos.
Una mattina mi son svegliato,
e ho trovato l’invasor.
Las bocinas de los coches
que pasaban esta madrugada por Ofelia
enunciaban enérgicas
¡SÍ SE PUEDE!, ¡SÍ SE PUEDE!
Así:
¡PI PI PIPI!, ¡PI PI PIPI!
Y la policía no se atrevió a aparecer