Siempre me pareció sangrante el tema de la enseñanza privada concertada. Una serie de colegios que se benefician de los impuestos y a la vez de los ingresos directos a los que no renuncian por completo, todo ello mientras nuestras escuelas públicas distan mucho de gozar de una salud óptima, cuando piden a gritos una mayor dotación presupuestaria. Pero es que desconocía que además los términos del acuerdo con el Estado se refieran a GRATUIDAD. Recuerdo que al menos hace diez o doce años el colegio concertado que hay en la esquina de mi calle costaba algo más de seis mil pesetas y leo en este interesante artículo que estos cobros se hacen a través de subterfugios legales, sobrecargando tarifas como las del APA, el transporte escolar, etc y luego transfiriendo estos fondos al colegio. Recuerdo también lo poco que duraban los chavales de integración en este colegio, cómo se las arreglaban para que volvieran a la escuela pública. Y encima representan principios opuestos a los de nuestra constitución como la laicidad y contrarían directamente otros como la no discriminación de sexos.