No es algo nuevo el hecho de que en nuestro país se contribuye entre otras cosas a las guerras que en el mundo son mediante una generosa aportación en forma de venta de armamento, minas y otros artefactos amigos de la destrucción. Una vez más queda ratificado, en esta ocasión por AI, que, a la vista de que le hemos vendido a Israel armas por valor de 14 millones de euros en los últimos años, ha pedido al gobierno que cese en esta actividad nada edificante.
Por otro lado leo en Magda Bandera que hay una campaña que se está articulando en Cataluña para evitar la apertura de una fábrica de armas. Este es el problema, que este comercio, en cuanto que no deja de estar e gran medida en manos privadas tiene en este mundo cada vez más liberal, con una economía menos sujeta a control, si cabe más vía libre.