La reconversión personal de la industria editorial

La industria editorial española mueve cada día que pasa con más pesadumbre su maquinaria. La concesión a los tiempos la limita al maquillaje: un poco de marketing en Facebook y declaraciones de intenciones sobre el libro electrónico que hacen pensar que para lo que realmente rezan cada noche es para que el formato fracase.

Traigo hoy tres ejemplos de gente que intenta buscar nuevas vías de producción y distribución literaria desde fuera del bunker de la industria cultural, aventuras muy distintas entre sí que tienen un punto en común muy claro: la eliminación de intermediarios.

Orsai, una revista como las de antes vendida como las de mañana

Desde el 10 de enero todos los compradores de la revista Orsai tienen su ejemplar en casa y desde ya está disponible para descarga gratuitamente en la web. ¿De qué se trata?

Orsai es una revista en papel de 208 páginas, trimestral, en idioma español y de distribución mundial,
editada por Hernán Casciari y Chiri Basilis, que son dos tipos que se conocen desde chiquitos. Una noche
se les ocurrió hacer una revista bajo los siguientes preceptos:
• No tendrá publicidad, ni subsidios privados o estatales.
• Tendrá la mejor calidad gráfica del mercado.
• Prescindirá de todos los intermediarios posibles.
• Llegará en menos de siete días a cualquier país del mundo.
• Contará con un capital inicial de cien mil euros.
• La plata la ponemos nosotros y si perdemos no nos importa.
Una vez publicada esta idea en el blog de Casciari, muchos lectores del mundo entero se sintieron atraídos
por el proyecto, y crearon un novedoso método de distribución, basado en encontrar a 10 personas que
quisieran comprar un ejemplar. Un mes después, Orsai se convirtió en la primera revista de distribución
mundial que:
• Tiene miles de lectores que quieren comprarla sin saber su contenido.
• No utiliza un sistema de distribución tradicional para llegar a sus lectores.
• Tiene su redacción en una pizzería con delivery en un pueblo de montaña.
• Es gratis (con gasto de envío incluido) para universidades, bibliotecas y cubanos.

La revista es un producto muy mimado donde la literatura y la ilustración son el punto fuerte, pero lo realmente novedoso más allá del arte de Casiciari para hacer siempre un guión de si mismo y de sus aventuras (regalar pizzas, fijar el precio por país a partir del precio de los periódicos), o su magnífico uso del marketing en la red, es el haber convertido al lector en distribuidor, propiciando que estos se organizaran para pedir los lotes mínimos de diez de manera conjunta a nivel internacional.

La biblioteca de las Indias y sus Ponylibros

La colección Biblioteca de Las Indias es otro ejemplo de búsqueda de nuevas vías del mercado editorial. Tras ir de la mano de BBVA y Ediciones El Cobre en su anterior aventura editorial – la primera colección de ensayo contemporáneo bajo Dominio Público – la nueva línea apuesta por (igual que antes) regalar el contenido y vender los libros en papel como fetiche (porque los libros son para las ocasiones). La diferencia esta vez radica en que la venta en papel va asociada sobre todo a la celebración de presentaciones: el organizador local compra los libros para los invitados. De momento parece que están sacando el modelo adelante. Otros que se saltan intermediarios, seguramente lo que le falta por mejorar al modelo es la calidad media de las empresas que ofrecen servicios de impresión bajo demanda, pues este tipo de impresión digital aún no ofrece los resultados de las prensas.

Jo, Tía! Cultura popular autoeditada

Javi venía de una larga aventura japonesa con muchas cosas que contar. Para ello decide retomar su etapa fanzinera, tiempos en los que levantó una revistilla de fotocopias y grapas que llegó a tener bastante repercusión en el ambiente.

En este caso la diferencia pasa por la voluntad de profesionalización del método fanzinero. Javi ha hecho una edición completamente profesional en imprenta, buen papel, cubiertas en color y más de seiscientas páginas en dos volúmenes que en nada tienen que envidiar al trabajo promovido por un sello. La actitud promocional ha sido igualmente ambiciosa: contacto con publicaciones afines y presentación por todo lo alto. La distribución, el punto central de este artículo a través de Internet, de tiendas especializadas (relación que lleva el personalmente) y trabajo en convenciones de cómics.

A la guerra (social) por la palabra

“Cuando los hombres acuden a las armas, la retórica ha terminado su misión. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Y lo característico de la retórica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades. De aquí deducía mi maestro la irracionalidad de la guerra, por un lado, y de la retórica, por otro”.

Lo decía Machado por boca de su Juan de Mairena, y años después de la Guerra Civil sigue siendo así: se trata de abatir al adversario, y el clima prebélico que rezuma la retórica ramplona en los medios se extiende como una mancha de aceite en la sociedad.

Estamos en decidir si la Palin tiene culpa alguna en la matanza de Tucson por azuzar a la gente contra sus adversarios políticos (la retórica tiene ahora también la forma de puntos de mira en la web, sin novedad en el frente, lo que antes era cartelería son ahora bits coloridos). Y claro que la tiene, no ella en exclusiva por supuesto, sino todos los que tienen altavoz y lo usan para embarrar nuestra convivencia con soflamas.

Lo cuenta el comisario de Tucson:

“Cuando se ven personas desequilibradas, cómo responden a la virulencia con que hablan determinadas personas acerca de destruir al gobierno, la furia, el odio y el fanatismo en este país están alcanzando un nivel horroroso. Y lamentablemente creo que Arizona se ha convertido en la capital. Nos hemos convertido en la meca del prejuicio y la intolerancia”

Antes de que el clima sea tal que la palabra deje de importar ¿no deberíamos dejar de usar una retórica simplona de combate? Claro que sin duda los formatos imperantes ayudan a ello.

El formato te puede hacer un monstruo

Enrique Urbizu es un tipo que hace películas bastante decentes, un artesano del género estiloso, diría yo. Es por otra parte también presidente de DAMA, una entidad de gestión y como tal acudió a un debate sobre Internet, la propiedad intelectual y esas cosas no hace demasiado tiempo. Creo que fue la primera vez que el escuché hablar…y en el fragor de la batalla me pareció bastante fuera de sitio.

Ahora, leyendo la larga entrevista que le ha hecho Rubén Lardín para El butano Popular, la impresión es distinta, sus opiniones acerca de las descargas siguen en las antípodas de los tiempos, pero se muestra más dialogante y hasta admite que sus alumnos de cine le han conseguido alguna joyita inencontrable. Cuando los formatos simplifican el debate pasan estas cosa, todos podemos desdibujarnos y llevar nuestras posiciones hacia la autocaricatura, el propio Amador Fernández Savater comenta que seguramente no hizo un buen papel en su ya famosa cena del miedo. Una cena entre extraños, 59 segundos o Twitter, pueden llegar a ser la hoguera.

La entrevista es además una lección maravillosa de cinefilia muy recomendable.

La memoria autoeditada

La historia más local en general y la de la represión franquista en las localidades en particular, siempre fue cosa de historiadores aficionados y profesionales de fuera de la universidad. Típicamente profesores de historia de instituto o escuela implicados con el hábitat. Sin ellos durante los años más duros, antes de que la recuperación de la memoria anidase en la agenda informativa, el campo hubiera estado yermo. A menudo sus investigaciones salían a la luz en pequeñas editoriales o editadas por los propios ayuntamientos, hoy se añade la vía de la autoedición.

Es el caso de Jesús Pueyo, de 93 años, que hace sólo 7 hizo una pequeña tirada en la imprenta de un amigo de Del infierno al paraíso, la historia de la desaparición de su padre, o el de Antonio Ontañón, de 77, que se dejó los ahorros en editar su investigación de las muertes del cementerio de Ciriego, en Santander.

Hoy en Público nos lo cuentan en uno de esos artículos por los que todavía de vez en cuando merece la pena leer el periódico.

Comprar, tirar, comprar

’Comprar, tirar, comprar’. Avance

Coincidiendo con el principio de las rebajas programan mañana domingo en La 2 (22:00 h.) Comprar, tirar, comprar, un documental sobre la obsolescencia programada con muy buena pinta (lo conocí a través de Magda Bandera)

La sinopsis:

Hace mucho tiempo, los productos de consumo masivo se fabricaban para durar. Pero hacia la década de 1920, un grupo de empresarios se dieron cuenta de que cuanto más duraban sus productos, menos dinero ganaban ellos. Y así nació lo que se llama la obsolescencia programada, la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo. Desde entonces, los fabricantes han diseñado sus productos para fallar. La realizadora Cosima Dannoritzer (»Si la basura hablase») se hace eco en esta película documental de una de las prácticas que se han convertido en la base de la economía moderna (muchos especialistas incluso consideran que tuvo un papel fundamental para acabar con la Gran Depresión). La producción viaja a Francia, Alemania, España y los Estados Unidos para investigar la obsolescencia económica y plantea alternativas a la dificultad de seguir adelante con el consumo ilimitado de recursos en un planeta en el que éstos son finitos.

No soy especialmente fan del decrecionismo pero sí de frenar la falta de sentido común que de manera desbocada rige este mundo .

¿Prohibir hablar para que la gente lea?

Hace años que Javier Celaya es “la voz” de la edición digital en la red. Leo estas declaraciones suyas (son de hace tiempo) a propósito de la lectura en dispositivos móviles en Japón:

“Creo que las instituciones españolas deberían considerar crear una campaña de fomento a la lectura, que prohibiera hablar por teléfono en los trenes, en los metros y en los autobuses”

¿Qué manía le ha entrado a todo el mundo con prohibir cosas?

Un pulso a Gallardón

Acabo de escribir esto en MMM

Foto de Antonio Pérez
La gente de El Patio prometía hacer el indio estas navidades y vaya si lo ha hecho. Hay por ahí quien les acusa de buenrrollismo, de esteticismo y no sé de cuantas cosas más, pero es evidente están entre los que hacen cosas en esta ciudad. Un año después de aquella gloriosa okupación sorpresa con cientos de personas entrando en el edificio de la calle del Pez el mismo día del desalojo de Acuerdo, la han vuelto a liar con la okupación de los dos edificios históricos que el ayuntamiento pretendía vender a pesar de promesas pasadas de utilizarlos para dotaciones públicas.

La historia completa la ha escrito magistralmente el maestro Antonio en Somos Malasaña.

PS: En el edificio de la Corredera, un caserón del XVII, antiquísimo pero dejado a su suerte, muchos somos los que hemos pasado media juventud comiendo alitas de pollo. Además por allí pasaron otros visitantes ilustres como Machado y Leonor recién esposados.

El Patio se queda en la calle de El Pez, la okupación es de una parte reivindicativa (el consistorio pretendía vender los dos edificios históricos para hacer frente a su deuda) y de otra un nuevo proyecto en si mismo:

Pero también queremos inciar un proceso de rehabilitación de este espacio.y constituir en esta sede una oficina de trabajo contra los procesos de expolio y privatización de la ciudad. Para ello ya estamos trabajando con las asociaciones vecinales, el colectivo de Bomberos, Ecologistas en Acción y las personas que trabajan contra la privatización de la Sanidad madrileña y del canal Isabel II”.

Todo un reto a Gallardón.